Wildy, cubanía como fuente y destino
Por Olga Lidia Pérez
Para quienes lo ven desandar las
calles de la ciudad con su cámara fotográfica colgada al cuello debe parecer un
fotógrafo de los tantos que van atrapando con su lente la historia o la vida de
la capital. Y no dejarán de tener razón, solo que el mundo creativo y artístico
de este hombre, desborda estos límites y se adentra en regiones menos conocidas
y, probablemente, más arriesgadas.
Israel
Wilfredo Díaz, Wildy, es fotógrafo de profesión y vocación. Hace más de tres
décadas trabaja como fotorreportero en la revista Somos jóvenes, de la Casa Editora Abril, y
ha mostrado su trabajo en numerosas exposiciones personales y en diversas
publicaciones en Cuba y en el extranjero.
Durante muchos años, Wildy
recorrió Cuba, sin recursos y a pura voluntad en los durísimos años del periodo
Especial, para conformar probablemente el mayor archivo fotográfico de un
tesoro, casi patrimonial y todavía poco valorado: las locomotoras de vapor que
aún continuaban funcionando en nuestro país.
No se limitó únicamente a
fotografiarlas. Wildy investigó, se documentó y devino –me atrevo a afirmarlo-
uno de los mayores conocedores de nuestras “reliquias de hierro”. Y además,
promotor constante de su conservación, que intentó sensibilizar a personas e
instituciones que pudieran salvaguardarlas.
Sobre aquellas primeras
exposiciones, expresó en una entrevista:
“Conformé
‘Ferrocarriles del ingenio’ con estampas de tres centrales azucareros
granmenses donde aún funcionaban locomotoras de vapor. Luego visité otros
colosos, según mis posibilidades, y amplié la muestra con nuevas fotos. Era un
tema interesante, desconocido.
“Guardo un grato recuerdo de la apertura; asistieron miembros del Club de
Fotógrafos de Bayamo, habituales de la galería, y obreros de uno de los
ingenios; muchos de ellos nunca habían estado en una sala de arte y se
sintieron reconocidos en primera persona cuando vieron sus rostros, sus
máquinas. ‘Ahí estaba la rueda y la poesía de la rueda, ahí estaba la
antigüedad que siempre es poesía’, había dicho Martí en una exposición de
materiales ferroviarios en Chicago, y ese era mi sentimiento”.
Y el reconocido y recordado
ensayista y crítico Rufo
Caballero afirmó ante otra de sus exposiciones:
“Wildy ha vuelto a elevarse, para diseccionar, pese a todo el encanto
perdido de un tema querible: el ferrocarril es el refugio sublime que ha podido
advertir, y hacia el cual nos seduce en toda su vocación de artista”.
Pero otra pasión lo atrapó
después. Con la llegada del nuevo milenio -y sin abandonar la fotografía, claro
está-, Wildy se entregó al modelismo. Gracias a su talento y laboriosidad,
hemos podido ver navegar en insospechados lugares, “El Pilar”, ese famoso yate
de Hemingway, llevado a un modelo navegable y guiado por control remoto. Luego
fueron las réplicas, entre otras, de una lancha torpedera inglesa de la Segunda Guerra
Mundial, y del cazasubmarino de bandera cubana que hundiera al submarino alemán
U-176 en las inmediaciones de Isabela de Sagua en 1943.
Wildy es un hombre generoso,
leal, cubano de raíz y alma, de una honestidad a prueba de balas y siempre
presto a la entrega, a la colaboración. Su blog sobre modelismo cubano ha recibido la
visita de miles y miles de cibernautas.
Wildy es pues ese artista que hoy
sigue desandando la ciudad y el país, casi sin recursos, para compartir sueños,
habilidades y saberes, y es un privilegio nuestro saberle aquí, convirtiendo
utopías en certezas, con la cubanía, la identidad, como fuente y destino.
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